Si uno piensa en el futuro de la informática en los próximos años, probablemente le vendrá a la cabeza la consolidación de las tabletas táctiles o las
gafas que está desarrollando Google.
Pocos pensarán en el tradicional Windows, los teclados y los ratones.
La una vez todopoderosa Microsoft necesita reinventarse.
Windows 8, el nuevo sistema operativo que la compañía lanza este viernes, es su apuesta para ello y
el cambio más radical que ha sufrido en prácticamente 20 años, desde que el popular Windows 95 vio la luz.
El nuevo sistema remodela totalmente la manera de navegar por el ordenador.
Habrá que tocar filas de pequeñas ventanas, como mosaicos, que representan páginas web o aplicaciones y que se actualizan automáticamente, por ejemplo cuando un contacto escribe en Twitter o Facebook o cambia la previsión del tiempo. Es un funcionamiento que tiene todo el sentido en pantallas táctiles, como tabletas o 'smartphones', pero no tanto cuando se usa con ratón y teclado. Eso sí,
el antiguo escritorio sigue disponible como una aplicación más.
"Es un cambio total de las reglas del juego y crucial para la compañía. Los
usuarios quieren tener la misma experiencia en el trabajo que la que tienen fuera de ella con sus 'smartphones' y tabletas. Windows 8 persigue eso", explica José Curto, analista de IDC Spain.
El sistema operativo está pensado para ser usado en ordenadores y tabletas, creando un ecosistema que se completará con el lanzamiento de Windows Phone 8 para teléfonos y con el que Microsoft busca mantenerse relevante en un mercado que se mueve vertiginosamente hacia el universo móvil, donde
Apple, con su iPhone y iPad, y Google con Android, son los grandes dominantes.
Por ejemplo, en Estados Unidos, Google y Apple controlan el 87% del mercado de 'smartphones' mientras que
Microsoft, con Windows Phone, sólo posee el 4%, según comScore. Los datos son resultado de lo que un durísimo
artículo publicado en 'Vanity Fair' llamó
"la década perdida de Microsoft". En él se analiza cómo el gigante de Redmond llegó al tren de los dispositivos móviles, como los reproductores musicales, lectores de libros electrónicos, teléfonos inteligentes y tabletas pese a haber tenido una posición privilegiada para lograr el éxito. Antiguos empleados de la compañía culpan a la excesiva burocratización -un mal nefasto para una empresa tecnológica en la que debe primar la innovación- y la competición interna entre empleados y departamentos de ese error estratégico.
Muchos culpan también a la poca visión tecnológica e innovadora del consejero delegado,
Steve Ballmer, quien sustituyó a Bill Gates al frente de la empresa en en el año 2000. Ballmer cuenta en su haber con algunas tristes predicciones, como
haber afirmado que el iPhone "jamás lograría una cuota de mercado significativa". El teléfono de Apple, por sí solo, es capaz de generar más dinero en la actualidad que todos los negocios de Microsoft en conjunto.
Aunque Microsoft sigue siendo un gigante del sector, con
beneficios trimestrales de casi 4.500 millones de dólares, su capitalización bursátil actual es de unos 233.000 millones de dólares, menos de la mitad que en diciembre de 2000, cuando era la mayor empresa del mundo. Apple ostenta ahora ese trono con una valoración de casi 600.000 millones de dólares frente a los 4.800 millones de diciembre de 2000.
¿Adoptarán las empresas el sistema?
Windows 8 apuesta por ese futuro táctil y el almacenamiento en la 'nube' -servidores remotos a los que se accede a través de Internet- en el que tanto ha tardado Microsoft en entrar.
Su calidad no parece estar en duda: las
revisiones realizadas hasta ahora coinciden en que es un gran sistema. Las mayores incógnitas están en si la estrategia del gigante tendrá los frutos que espera.
"A la hora de migrar a Windows 8, Microsoft lucha contra sí mismo, es su mayor competidor"
Uno de los retos es
lograr que las empresas, de donde procede la mayor parte de sus ingresos, migren al nuevo sistema operativo. Según un estudio de la consultora Forrester, en EEUU sólo un 33% de las compañías han decidido ya que cambiarán a Windows 8, frente al 66% que lo habían asumido antes del lanzamiento de Windows 7 en 2009. De hecho, muchas acaban de migrar a Windows 7, por lo que es poco probable que salten a corto plazo al nuevo sistema.
Además, las que aún trabajan sobre todo con programas de escritorio ven pocas ventajas en la nueva plataforma, cuyas facilidades de uso están más enfocadas en a las tabletas. "En el momento de migrar a Windows 8, Microsoft lucha contra sí mismo, es su mayor competidor", explica a este respecto Curto, de IDC, quien apunta que su consultora espera que
la mayor parte de la adopción al nuevo sistema se produzca en 2013 no este año.